sábado, 23 de agosto de 2014

DAVID WAPNER / EL AGUA

DAVID WAPNER

EL AGUA




Gaber Jalil, mi vecino de habitación, un chico palestino de unos 17 años, de una aldea vecina a Hebrón, rompió el vidrio de una puerta de un puntapié, y aquí está, en este hospital. El padre, de la bronca, no estuvo el día de la operación, y tampoco su madre. El camillero, un hombre uzbeco que entiende cuatro lenguas, trata de convencerlo de que coma. Viene Sara, una chica palestina, enfermera, y un muchacho del personal de limpieza, también palestino, pero no, el chico no come. Sí, pide fumar, y el uzbeco le cuenta de lo importante de comer después de una operación. Le pregunta sobre su casa, su familia, su aldea, y Gaber Jalil, en una mezcla de hebreo y árabe, le dice unas pocas cosas esenciales: no quiere beber de otra agua que no sea la de su aldea, la única comida que desea es faláfel, y un hermanito suyo de seis años está preso.



(desde el hospital, desde una internación, desde la guerra )